Fue diferente esta vez, volví de Grecia vacía.
De emociones, sentimientos.
Sin morriña y recuerdos.
Tuve un vaje de vuelta malo.
Dos vuelos
El primero me abatió.
El segundo me tranquilizó, me quedé dormida.
Y cuando llegué a Málaga me di cuenta de que venía cargadísima.
En la maleta traía una parte de allí. La que no podía ver cuando estaba.
Mi madre hizo muy cuidadosamente una elección de lo mejor que tenía.
Queso kaseri, queso feta, tzatziki, taramosalata y esos saladitos que sola no sé saborearlos.
Mi padre, aunque ausente la mayoría de los días, unas horas antes de que me fuese, me dio cariño.
Se desveló asando un cordero, como solo él sabe hacerlo. Me lo deshuesó, me lo sirvió en un taper algo decente y escribió con un rotulador en la tapa. Arnáki.
Dando vueltas por el aeropuerto, dando vueltas por el mundo que acababa de dejar detrás, estuve pensando que seguramente a la vuelta te tendría que dar la receta de la ensalada.
La que acompañamos con un arroz y sidra.
Posteriormente, y estando ya aqui de nuevo,
esta tarde vuelvo del trabajo
y decido escribirte y darte los ingredientes.
Ensalada verde, roja y algo amarga
Queso de cabra, un medallón.
Yogur griego
Mostaza de Dijón
Miel de Kalymnos
Mayonesa, pero si no tienes, mejor.
Aceite de oliva, hojiblanca.
Unas gotitas de limón, o de lima.
Sesamo.
Queso de cabra, un medallón.
Yogur griego
Mostaza de Dijón
Miel de Kalymnos
Mayonesa, pero si no tienes, mejor.
Aceite de oliva, hojiblanca.
Unas gotitas de limón, o de lima.
Sesamo.
Sin ningún misterio o complicaciones,
esos ingredientes esenciales pero no imprescindibles
los manipulas a tu gusto,
montas el plato según el momento
y lo tomas pensando en lo que tu quieras.
Te regalo la receta
a cambio de verte pronto volar y cumplir.
Yo ya estoy mejor.
He vaciado la maleta, la he guardado incluso.
Estoy llena de emociones, echo de menos estar
y saber que estoy.
Que estoy alli,
Y que me quedo durmiendo.
Apunta los ingredientes.
Por que a lo mejor borro esta entrada.
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